Generalmente odio los martes. Me han tocado unos martes de mierda que han hecho que llame al tercer día de la semana como el día de la flojera... paja. Quizá también los odie porque los martes es cuando se me desabrochan los cordones de los zapatos a cada momento que apunto mi cabeza hacia abajo. Pero este martes fué diferente, aunque no tan especial.
Al parecer necesito una vida de martes un poco más decente. Solo un martes diferente por año no me basta.
Y bueno, no me gusta quejarme... siempre digo que las cosas que no queremos pasan porque tienen que pasar, y sería demasiado aburrido vivir en un mundo donde todo lo que deseamos pasa como lo deseamos, porque no quedaría nada mas que desear. Quizá todo esto ya pasó alguna vez, no sé, como en algún típico cuento divino romano, y algún dios quiso que todo fuera así, porque sería lo más lógico. Ésa es mi concepción de vida, e incluso puede ser un contraargumento contra la famosa crítica al dios cristiano que todos conocen: "Si tanto nos quiere Dios, ¿por qué seguimos en un mundo tan malo?". Probablemente es por esto.
Y tampoco digo que sea cristiano -porque de hecho no lo soy-, pero me gusta darme las vueltas en temas insignificantes, con fines también insignificantes.
Entonces así con el martes.
Bai.